La microbiota es el conjunto de microorganismos (bacterias, hongos, arqueas, virus y parásitos) que reside en nuestro cuerpo, que a su vez pueden diferenciarse en comensales, mutualistas y patógenos.
Diversos estudios realizados por universidades de todo el mundo apuntan a que los probióticos tienen múltiples beneficios en la salud mental de las personas, ya que permiten mantener la microbiota saludable, por ende también la mente.
En este contexto, la Organización Mundial para la Salud (OMS) señala que, los probióticos son un microorganismo vivo que, administrado en cantidad adecuada, tiene numerosos beneficios para la salud y calidad de vida de las personas.
Entre las principales funciones de los probióticos se encuentra que, fortalece el sistema inmune, ayuda a proteger el sistema digestivo, mejora la digestión y la función intestinal, protege la flora vaginal, previene alergias y la enfermedad del cáncer, entre otros.
No obstante, existe este beneficio recién mencionado, aquel relacionado con la salud mental de las personas.
En este sentido, un estudio sugiere que los probióticos pueden contribuir a reforzar el efecto de los tratamientos antidepresivos y ayudar a combatir la depresión. Una flora intestinal equilibrada favorece la producción de neurotransmisores como la serotonina que mejoran el ánimo.
Hay que considerar que con la pandemia del Covid-19, la salud mental se convirtió en uno de los principales temas a combatir, incluso se denominó como una pandemia paralela a la del virus que llegó a remecer el mundo. En este contexto, expertos en el área entregaron recomendaciones para hacer frente a lo que ocurre en las mentes de las personas, a raíz de los cambios de hábitos que generó la crisis sanitaria.
Una de las cosas que más se conocen de los probióticos es que son ideales para controlar la absorción de las vitaminas y los nutrientes de los alimentos. Pero, además, esto también va a repercutir en nuestra estabilidad a nivel mental. Haciendo que nuestro cerebro aumente su actividad y previniendo la oxidación celular.
Existen dos pilares fundamentales para el tratamiento contra la depresión, los fármacos y la psicoterapia, no obstante, no todos funcionan como uno quisiera, es por esa razón que hay que encontrar nuevas formas de mejorar aquellas terapias existentes, convirtiéndose así en uno de los objetivos de los investigadores.
Uno de los temas que se está investigando es la relación de la microbiota intestinal, la existencia del eje intestino- cerebro y los organismos que habitan en la flora, ya que podrían influir en el sistema nervioso. Así lo señala un estudio de la Universidad de Basilea, el cual demuestra que los probióticos son capaces de reforzar el efecto de los antidepresivos y ayudar a combatir la depresión.
Según los mismos investigadores de la Universidad de Basilea, existe una conexión entre el cerebro y el intestino es directa y triple, es decir, por vía nerviosa, sanguínea y, en especial, a través de la flora intestinal.
Es ahí donde los millones de microorganismos que forman la microbiota fabrican sustancias que afectan al funcionamiento del cerebro. En concreto son dos las más relevantes:
La falta de serotonina y GABA favorece la depresión, y además es un factor que incrementa la posibilidad de demencia en las personas.
Cabe destacar que se han realizado experimentos en ratones, de esta manera se comprobó que, al trasplantarles la flora intestinal de animales con comportamientos depresivos, se mostraban menos enérgicos y con menor interés por su entorno. Es por esta razón que se sospecha que la composición bacteriana en el intestino tiene un rol importante en los síntomas de la depresión.
En tanto, otros estudios de la Universidad de Basilea del área de salud mental, también señalan que está demostrado que las personas con depresión tienen más tendencia a tener problemas intestinales y digestivos, colon irritable, diarrea, menos absorción de nutrientes en el sistema digestivo, etc.
En este nuevo estudio, el equipo de la universidad investigó los efectos de los probióticos en pacientes con depresión. Todos los participantes estaban hospitalizados en las Clínicas Psiquiátricas Universitarias de Basilea, 21 recibieron un probiótico y 26 un placebo durante 31 días, además de antidepresivos.
Ni los participantes ni el personal del estudio sabían qué preparación estaban tomando los pacientes durante el período del estudio. Los investigadores realizaron una serie de pruebas entre los participantes justo antes del tratamiento, a los 31 días y nuevamente cuatro semanas después. Al analizar los resultados, observaron que, aunque los síntomas depresivos disminuyeron en todos los participantes gracias al tratamiento antidepresivo general, la mejoría fue mayor en el grupo que había tomado los probióticos.
Además, la composición de la flora intestinal cambió, al menos temporalmente, en el grupo de los probióticos: un análisis de muestras de heces reveló un aumento de las bacterias productoras de ácido láctico al final del tratamiento, un efecto que se acompañó de una reducción de los síntomas depresivos.
Sin embargo, el nivel de estas bacterias intestinales que promueven la salud disminuyó nuevamente durante las siguientes cuatro semanas.
"Puede ser que cuatro semanas de tratamiento no sean suficientes y que la nueva composición de la flora intestinal tarde más en estabilizarse", dijo Anna-Chiara Schaub, una de las autoras principales del estudio.
Los probióticos también pueden ayudar a aliviar la depresión:
En los pacientes con depresión, ciertas regiones cerebrales para el procesamiento emocional se comportan de forma diferente que en los individuos con buena salud mental. Después de cuatro semanas de probióticos, esta actividad cerebral se normalizó en el grupo de probióticos, pero no en el grupo de placebo. "Aunque el eje microbioma-intestino-cerebro ha sido objeto de investigación durante varios años, los mecanismos exactos aún no se han aclarado del todo", explicó Schaub.
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Como los microorganismos, como tú y yo, como todo en la vida, Biori ha pasado por etapas de crecimiento y adaptación. Esta transformación es un reflejo de una nueva etapa, una más madura, que conoce mejor lo que tiene para ofrecer al mundo, pero con la misma alegría y vitalidad de siempre.