La vida, hoy en día, pareciera avanzar más rápido de lo que logramos darnos cuenta. Nuestro cuerpo, el que debiese ser un templo que cuidar a diario, es sometido a constantes cambios que afectan en nuestra salud sin quererlo.
¿Sabías que en el cuerpo humano habitan casi la misma cantidad de microorganismos que de células humanas? Muchas de ellas son bacterias y ayudan a nuestro cuerpo diariamente, realizando tareas de soporte en la digestión de alimentos en nuestro intestino y potenciando el sistema inmune para hacer frente a enfermedades.
Dichos microorganismos, principalmente bacterias y levaduras, son simbióticos y componen la “microbiota intestinal”, es decir, las distintas especies se asocian entre ellas para beneficiarse mutuamente durante su desarrollo, ¡y esta relación nos incluye!
Los microorganismos de la microbiota son capaces de metabolizar diversas sustancias que nuestro cuerpo no, como algunos carbohidratos y fibras, para transformarlas en sustancias asimilables por nosotros. Así nos damos cuenta de que los microorganismos son parte importante en nuestra vida y salud, por lo que debemos cuidar la microbiota intestinal.
Ahora bien, existen diversos factores que alteran su composición y cantidad, como las enfermedades gastrointestinales y el estrés. Afortunadamente, la ciencia y la tecnología han permitido el desarrollo de los probióticos. Un probiótico, según la definición de Fuller en 1989, corresponde a “un suplemento alimenticio microbiano vivo que afecta beneficiosamente al animal huésped mejorando su balance microbiano intestinal”, para que los consumidores puedan mantener una salud gastrointestinal óptima, repoblando o enriqueciendo la microbiota intestinal. Algunos de los probióticos más conocidos son: Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus casei, Bifidobacterium adolescentis, Saccharomyces boulardii, Streptococcus thermophilusy Bacillus coagulans.
En términos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), los probióticos son “microorganismos vivos que cuando son administrados en cantidades adecuadas confieren un beneficio de salud al huésped” 1. Es posible encontrarlos en productos regulados (píldoras farmacéuticas) y en alimentos fermentados (yogurt). Diversos estudios han reportado que algunos de los probióticos como Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus rhamnosusy Streptococcus thermophilus, que se utilizan en la elaboración de yogurt, entregan beneficios como el alivio de síntomas generales en pacientes con intolerancia a la lactosa (Williams N, 2010; Oak & Jha, 2018).
Otro estudio realizado por el grupo de Shornikova en 1997 determinó que el tratamiento con Lactobacillus rhamnosus GG en pacientes menores de 15 años con cuadros agudos de diarrea ayudó a reducir dicho cuadro luego de dos días, mientras que los pacientes que recibieron el tratamiento placebo (sin probióticos) comenzaron a mejorarse luego de los 3 días.
Lo cierto es que los probióticos nos ayudan y lo seguirán haciendo con apoyo en la ciencia, pero ¿cómo es que los probióticos nos ayudan? ¿Cómo es que un pequeño grupo de células puede fortalecer nuestra salud gastrointestinal?
Bueno, las bacterias pueden ayudarnos de 3 formas:
1. Mediante la estimulación de las células epiteliales (células del intestino) para la secreción de glicoproteínas de mucina y de defensinas, moléculas que evitan la adhesión de microorganismos y favorecen su eliminación.
2. Por medio de la producción directa de compuestos antimicrobianos como bactericinas, peróxido de hidrógeno, ácidos orgánicos o biosurfactantes que eliminan patógenos entéricos desestabilizando sus membranas o modificando el pH del lugar.
3. Por competencia directa para adherirse a las paredes del intestino, evitando el acceso directo a posibles patógenos (van Zyl y cols. 2020); sería algo así como jugar a la silla musical.
Así es como los probióticos, organismos microscópicos con capacidades excepcionales y benéficas, cuidan de nuestro sistema gastrointestinal en una relación de comensalismo: ambos organismos, huésped y probiótico, se benefician de la actividad del otro sin hacerse daño. Los huéspedes otorgamos refugio, ambiente y nutrientes a cambio de protección y otros nutrientes que no somos capaces de generar u obtener directamente de los alimentos. Sin estos pequeños comensales, nuestra realidad sería completamente distinta.
BIBLIOGRAFÍA
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Como los microorganismos, como tú y yo, como todo en la vida, Biori ha pasado por etapas de crecimiento y adaptación. Esta transformación es un reflejo de una nueva etapa, una más madura, que conoce mejor lo que tiene para ofrecer al mundo, pero con la misma alegría y vitalidad de siempre.